Le parecía un buen plan, por lo que asintió mudamente y procedió a abandonar la Hacienda junto con Lee Bruce Long para buscar a aquel anciano tan extraño que los estaba observando con ojos distintos a los de la mayoría de curiosos. Al poner un pie fuera de la gran morada que les servía de hospedaje mientras se encontraban en Perú, todos los aldeanos que veían "disimuladamente" hacia la Hacienda desviaron la mirada para que ellos no se dieran cuenta, cosa que no lograron en lo absoluto.
-Que seres tan obvios -musitó Jun sin utilizar una voz despreciativa, más bien nula. El zombie no dijo nada, simplemente barrió el lugar con la vista intentando localizar al anciano que estaban buscando. Su búsqueda fue exitosa en menos de lo que él creyó.
El hombre senil se encontraba sentado en una mecedora en el porche de una de las viviendas cercanas, pero no se encontraba solo como la primera vez. Junto a él había una niña que estaba acomodando un poncho que el viejo vestía, sonreía amablemente y le hablaba en voz baja, recibiendo paulatinamente asentimientos de cabeza por parte del anciano.
-Allí está y tiene compañía -murmuró Lee Bruce Long, recibiendo la simple orden de acercarse con cautela. ¿Cómo hacía ese viejo para aparecerse de esa manera en distintos lugares de Ica? Definitivamente algo tenía ese anciano, y ese algo era sumamente inquietante.
La niña aparentemente fue la primera en notar la cercanía de la taoísta con su zombie e inmediatamente se tensó y susurró algunas palabras inaudibles al anciano. No obstante, a diferencia de ella, el hombre se mantenía en calma y le hacía gestos conciliadores para que la menor se serenara. Jun y Lee Bruce Long no comprendían el actuar de la menor, pero, al estar más cerca, notaron un rasgo sumamente llamativo en el hombre senil. Se sentían observados, pero el hombre poseía ojos completamente blancos y nublados, como si estuviera ciego.
-Deberíamos irnos. Su perro está buscándolo -repetía la niña, sin poder confiar en el dúo debido a la apariencia del zombie de gran altura y la seriedad que mantenía la chica, que le resultaba algo intimidante.
-Tranquila María. Ellos sólo vienen por los símbolos.
Bingo.
-Que seres tan obvios -musitó Jun sin utilizar una voz despreciativa, más bien nula. El zombie no dijo nada, simplemente barrió el lugar con la vista intentando localizar al anciano que estaban buscando. Su búsqueda fue exitosa en menos de lo que él creyó.
El hombre senil se encontraba sentado en una mecedora en el porche de una de las viviendas cercanas, pero no se encontraba solo como la primera vez. Junto a él había una niña que estaba acomodando un poncho que el viejo vestía, sonreía amablemente y le hablaba en voz baja, recibiendo paulatinamente asentimientos de cabeza por parte del anciano.
-Allí está y tiene compañía -murmuró Lee Bruce Long, recibiendo la simple orden de acercarse con cautela. ¿Cómo hacía ese viejo para aparecerse de esa manera en distintos lugares de Ica? Definitivamente algo tenía ese anciano, y ese algo era sumamente inquietante.
La niña aparentemente fue la primera en notar la cercanía de la taoísta con su zombie e inmediatamente se tensó y susurró algunas palabras inaudibles al anciano. No obstante, a diferencia de ella, el hombre se mantenía en calma y le hacía gestos conciliadores para que la menor se serenara. Jun y Lee Bruce Long no comprendían el actuar de la menor, pero, al estar más cerca, notaron un rasgo sumamente llamativo en el hombre senil. Se sentían observados, pero el hombre poseía ojos completamente blancos y nublados, como si estuviera ciego.
-Deberíamos irnos. Su perro está buscándolo -repetía la niña, sin poder confiar en el dúo debido a la apariencia del zombie de gran altura y la seriedad que mantenía la chica, que le resultaba algo intimidante.
-Tranquila María. Ellos sólo vienen por los símbolos.
Bingo.